¿Es la pandemina una oportunidad para acelerar la transición ecológica?
Emma Navarro (Vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones) y Natalia Fabra (Catedrática de Economía de la UC3M) debatieron sobre la posibilidad de que las políticas de recuperación supongan un impulso para la transición ecológica.
Durante su primera intervención, Natalia Fabra reflexionó sobre la relación del COVID-19 y el cambio climático. Destacó que la pandemia nos ha recordado la importancia de escuchar a los científicos para adelantarnos y estar mejor preparados ante las crisis. Los beneficios de actuar superan con creces los costes de no actuar, como recordó Nicholas Stern en su informe hace ya más de 10 años. La pandemia también nos ha recordado que las emisiones están detrás de la actividad económica, porque cuando ésta se ha frenado por efectos de las medidas de confinamiento, las primeras han caído drásticamente. Pero no crecer no es la solución, porque conlleva unos elevados costes económicos y sociales. Hay que seguir creciendo, pero hay que hacerlo de mejor forma, apostando por actividades que reduzcan las emisiones al tiempo que reactivan la economía – inversiones en energías renovables, en eficiencia energética, en innovación y desarrollo para identificar soluciones tecnológicas a la descarbonización. En todo ello, el Estado tiene un papel fundamental en el diseño de políticas y en la aportación de recursos para financiar el cambio. Los cambios no se producirán ni por voluntarismos ni por generación espontánea.
Emma Navarro destacó que el cambio climático es como una pandemia, cuyos efectos se van manifestando a cámara lenta, pero no por ello de forma menos letal. Coincidió en que la descarbonización de nuestras sociedades es fundamental para combatir el cambio climático, para lo que hacen falta transformaciones estructurales e inversiones en tecnologías limpias. Esta crisis es una oportunidad para avanzar en la transición ecológica, pero plantea muchos retos e incertidumbres. El Plan de recuperación de la Comisión Europea supondrá una importante inyección de recursos a los estados miembros. Invertirlos en el cambio de modelo productivo a través del Pacto Verde generará riqueza, tejido empresarial y empleo.
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